Sospechosa

Se alejaba con su ya conocidos apresurados pasos y hablaba sola como preguntándose acerca de lo ocurrido. Intentaba explicarse tanta información, y en crear la excusa perfecta que le diría a la profesora por su tardanza. Al fin y al cabo, en eso era muy buena inventando excusas…

Llegué a casa con una extraña adrenalina en mi cuerpo. No puede ser posible que tantos meses de estudios sean incapaces de construir el perfil correcto que la defina. Es tan espontanea que nunca reacciona de la manera que espero. Tengo que escribir lo ocurrido el día de hoy. El primer encuentro…

La mañana siguiente fue casi una réplica del día de ayer, me encuentro aquí, sentado en la banca de siempre, con mi cuaderno de dibujo, con mi grabadora de bolsillo, cual detective en busca de mi principal sospechoso, en este caso… SOSPECHOSA. Sospechosa de haber robado toda mi atención y hacer que mis días se vuelvan más interesantes con solo verla. Y ahí estaba, tan puntual como siempre, siguiendo su horario al pie de la letra, saliendo de su clase de matemática con sus amigas de siempre, riendo, gritando y… ¿mirándome?

Desenvolvió un chupetín que guardaba en su bolso y se lo metió a la boca. Es imposible que se acerque a mí, la sospechosa principal está cometiendo un delito al acercarse y romper toda su rutina matutina al acercarse a mí. Ok Yael, piensa, ¿qué voy a decir? ¿Cómo la voy a saludar? Tengo muy poco tiempo para pensar ¿Qué hago? Dejaré que las cosas fluyan.

- Buenos días señorito raro.
- Buenos días.
- ¿Qué escribes?
- ¿Yo? Nada, solo… nada
- ¿me enseñas?
- No
- ¿Por qué?
- ¿Qué tal tu clase de matemática? Me cuentan que el profe se queda dormido en clase ¿es verdad?
- Cambiarme de tema de una manera tan grosera no me gusta para nada, deberías también agregar eso a tus apuntes.

Estoy en problemas, mi YO estúpido ha cometido un grave error, como no me di cuenta de que lo que más detesta es que no le contesten. TONTO, TONTO, TONTO.

- Escribo un libro.
- ¿Acerca de mi?
- Eres parte del libro
- Cobrare mi parte cuando seas un escritor famoso entonces.
- Estas en todas ¿no?
- En toditas.
- Ya veo.
- ¿Cómo está tu nariz?
- Parece que mejor, como que me la has enderezado un poco. Gracias, me ahorraste una visita al cirujano.
- También me debes por eso entonces.
- Parece que si
- ¿Ahora si me vas a enseñar lo que escribes?
- ¿No te vas a reír?
- Depende
- Ok, entonces olvídalo.

Me muestra su puño con una malévola sonrisa.

- Ok, me siento amenazado. Toma, léelo.
- Ok, así me gusta.

1 comentarios:

Pilar dijo...

Comienza a preocuparme este caso invertido de violencia de género.
Cuidadito!!!

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