Algo con Olga

Cruzando la calle no dejamos de  mirarnos, era obvio caminábamos hacia el mismo lugar por la manera en como vestíamos. Esos trajes elegantes, diferentes a la gente. Caminamos en silencio, muy despacio, retando al tiempo.

Ya casi hemos llegado y no hemos mencionado palabra alguna, tu sonríes discretamente mientras yo, muy serio disimulo el misterio que ocultas en tal gesto. Frente a la puerta, me tomas de la mano, aceleras el paso para llegar justo en el momento mas importante del evento.

Nos sentamos, volvemos a mirarnos. Sigues tan sonriente, ya no estoy tan serio. Derrepente de tus labios dibujados salen tres palabras. Me llamo Olga, dices con firmeza. Inclino la cabeza y te regalo una amable sonrisa. No dices más en toda la noche, el evento ha terminado.

Llegó la hora de despedirnos, aun somos desconocidos. No existe crimen ni delito, solo el misterio de un encuentro inesperado. Volteaste por sorpresa, comenzaste a correr sin rumbo, me quede perplejo por unos minutos, respire profundamente, cerré los ojos y ahí estabas tú, a mi lado nuevamente.