Carta al enemigo

La historia, no la sé. Nunca tuve la oportunidad ni las ganas de saber que fue lo que pasó. Sabia de tu existencia a los pocos días de conocerla y aunque poco me importa quién eres tú, y crees ser capaz que con recuerdos y memorias volver a conquistarla, lo mejor es que desistas en tu intento, ella ya tiene a alguien que la hace soñar, que la hace olvidar.

No voy a negar que he sentido que algunas veces los recuerdos invaden su mente por medio de canciones o situaciones pasadas, no puedo negar que tú eres parte de su pasado, que mucho tiempo antes de conocerla, tuviste la oportunidad de cuidarla, de abrazarla y hasta besarla. No puedo reclamarte nada porque al final, fuiste tú el que perdió, el que dejó ir a una gran mujer que ahora solo es parte de tu pasado y ahora, en el presente, está a mi lado.

Qué esperas lograr con todo lo que haces. Hay algunos temas que me gustaría aclarar, existen algunas características que detesto de usted, la cobardía de tus comentarios traicioneros me dan a conocer que no eres una persona decente, digna de ser un caballero que arregla las cosas como tal. Espero que cada noche al dormir duerma con la tranquilidad de saber que está jugando sucio, que no está pensando en sus actos y de toda acción viene una reacción.

No lo tome como una amenaza, solo manténgase alejado.

Cuando entraste a mi vida

Antes de conocerte, creí haber vivido lo suficiente como para crear solidas ideas y creencias propias en base a sentimientos propios. Me consideraba muy egoísta y autosuficiente, capaz de manejar mis emociones a mi antojo, capaz de controlar mis impulsos, llorar mis penas y celebrar mis logros en silencio, en la compañía de mi entrañable soledad, la única capaz de hacerme sentir “normal” en el mar de gente que intentaba ahogarme. Caminaba en un mundo imaginario, solitario, sonriente, susurrando en voz bajita, sin rumbo completando mis vacios con historias que imaginaba en el largo camino que aún faltaba por recorrer. Fueron mis historias, mis poemas, mis canciones y mis queridos personajes los que me acompañaron, en los que encontré refugio, en los que encontré diferentes tipos de emociones.

Pero faltaba algo.

Mis personajes carecían de una sustancia “humana” que los hacía imperfectos, los hacía cometer locuras, los haría sufrir, llorar, reír, soñar. Esa sustancia olvidada llamada amor. Uno a uno esos personajes fueron desapareciendo en busca de esa sustancia y cada vez mas lejos de mi mente, los empecé a extrañar, pero se fueron sin decir nada, sin siquiera despedirse, fue en ese instante en el que me di cuenta que no eran ellos el problema, si no, era yo el que había dejado de sentir, el que había dejado de imaginar, el que había perdido hasta la última gota de amor en su creación.

Cuando ya me había resignado a dejarlos ir, a enterrarlos en un libro y dejar de escribir, apareciste tú, aunque siendo sincero a la primera vista no fuiste más que una niña hermosa que se robó toda mi atención, pude darme cuenta a lo largo de la noche que eras algo mas… algo más que una distracción. Tus gestos, tus movimientos, tus palabras, tu mirada perdida y todos los secretos que guardas tras ella le dieron movimiento a un aparato inerte dentro de mi pecho y hacerlo funcionar, comenzaste a robarte mis palabras, a robarte mi respiro y comenzar a poner en duda todas mis teorías basadas en una satisfactoria soledad que ahora necesitaba de ti para compartirla. Día a día comenzaste a llenar un frasco vacio por una sustancia multicolor que me quitaba el sueño por las noches y me hacia soñar despierto durante el día.

Me di cuenta de que entraste a mi vida cuando una noche cerrando los ojos no pude recordar cuando estuve solo, como si tu llegaba hubiera borrado esos momentos y me hace creer que desde hace mucho que estamos juntos, que siempre lo estuvimos, solo que en una vida diferente, en un mundo paralelo. Y confirmé así que ya no estaba solo, que entraste a mi vida… o quizá nunca entraste, siempre estuviste pero no te pude ver hasta ahora.

Niña multicolor

Inesperada llegada de la niña multicolor
paseas alegre por el mundo de mi imaginación
vas pintando mi vida con crayolas de color
eliminando tonos grises y la lluvia sin sabor.

Corres, saltas, ríes en el paraíso de mi amor
descansa muy tranquila en los sillones de mi corazón
vienes a quedarte mi niña multicolor
estarás muy protegida en tu ubicación preferida
en mi mente, en mi corazón, en mi vida, paraíso de mi amor.

No te vayas nunca, mi niña multicolor.

El poeta enamorado

Aveces mis sentimientos resultan demasiado complicados para una hoja de papel, pero debo confesarte, que de tí me enamoré.

Me enamoré de tu mirada,
y de todo el misterio que guardas en ella.

Me enamoré de tu risa,
la que se fusiona con la mía y me hipnotiza.

Me enamoré de tus manos,
que acarician y consuelan mi tristeza.

Me enamoré de tus labios,
que me dibujan y me besan con ternura.

Me enamoré de tu voz,
que me arrulla cual dulce melodía.

Me enamoré de tu cabello,
que me da comodidad en ese lugarcito muy cerca a tu cuello.

Me enamoré de tus ojos,
que me iluminan como dos estrellas a la luz de la luna.

Me enamoré de tu sarcasmo,
que me regresa a la realidad.

Me enamoré de tus bromas,
aunque a veces un poco crueles, pero divertidas.

Me enamoré de tus miedos,
que me enseñan a buscar más salidas.

Me enamoré de tu silencio,
que guardas a mi lado y se ha convertido en nuestra compañía.

Me enamoré de tus dudas,
que me enseñan que puedo ser mejor cada día.

Me enamoré de tus sueños,
que ahora imagino algún día alcanzarlos.

Me enamoré de tus defectos,
que me recuerdan que eres real, que eres humana.

Me enamoré del destino que te trajo a mis brazos y del tiempo que paso a tu lado.

Me enamoré total y completamente de ti.