La cita


Ella esperaba junto a su consciencia con la seguridad de que el no llegaría. Se resigno a frotarse las manos para olvidarse del frio, y a buscar alguna excusa para quedarse a esperar por cinco minutos más, por si acaso, aun sabiendo que no había nada que esperar.

No era la primera vez que hacia esto. No sería la última. Pero a veces luchamos por romper una clara verdad, y contradecir la seguridad y poder darnos con la sorpresa de reconocer: “ME EQUIVOQUE”. Pero esos cinco minutos se vuelves diez y los diez, veinte y los veinte en lágrimas.

Lagrimas ante la incertidumbre de no saber que se hace cuando te toca esperar.


***


Estaba muy nervioso.
Miraba el reloj constantemente, me abría paso entre la multitud de persona que van en sentido contrario a mi destino. Ya no existía excusa alguna. Habían pasado más de veinte minutos de retraso en el día más importante de mi vida. Podía sentir como el anillo quemaba dentro de mi bolsillo.

Tuve que poner toda la ciudad al revés para poder encontrarlo, y no había sido capaz de encontrar el anillo perfecto hasta este último momento. Sé que podría compensar mi torpeza.

La amo con locura.
Con desesperación.
Subo las escaleras apresurado a su encuentro, y la veo….

La veo sentada a la distancia…

1 comentarios:

Soledad Arrieta dijo...

Me encantó que reflejes de esta forma la misma situación con dos personajes distintos. También que el final quede abierto. Aunque se puede presentir ese final...
Muy bueno Zeroz!!
Cariños!

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