Diamond
La conocí a orillas del mar, estaba sentada mirando el horizonte, y por el tatuaje que llevaba en el cuello la llamé diamante. Éramos los únicos en la playa a las cinco de la mañana, me acerqué a ella y le ofrecí un cigarrillo, hablaba solo francés y entre las cosas que me dijo entendí que era chef. Paseaba por la costa en busca de ingredientes marinos para su nueva carta y encontramos más que eso.
En medio de la conversación, la tormenta de sus ojos empezó a llover, me hablo de su famille, des amis y des amores. Llévame contigo y embrasse-moi, jusqu'à ce que cesser d'être la tienne, antes de besarnos, antes de encontrar en la combinación de nuestros labios los más dulces ingredientes de sinceridad y libertad que creamos en ese lugar.
Diamante fue mi amante hasta el día de su partida, vivimos como nunca, aprendimos que la cocina con amor sabe mejor y mejor como ella en la cocina, nadie. Aprendió de la costa como yo aprendí de la Tour Eiffel, París y el beso francés.
Diamante se fue y se quedó en mi mente, alojada en mí hasta siempre.
Moi Diamant
3 comentarios:
Que romántico has vuelto...y bien comido ¿eh?
Wooow! Tu blog me deja sin palabras, me encanta! Te sigo, pasate por el mio! Besos!
podemostocarelcielo.blogspot.com/
"...la tormenta de sus ojos empezó a llover..."
me encantó la frase :)
SAludos
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