Cuando entraste a mi vida

Antes de conocerte, creí haber vivido lo suficiente como para crear solidas ideas y creencias propias en base a sentimientos propios. Me consideraba muy egoísta y autosuficiente, capaz de manejar mis emociones a mi antojo, capaz de controlar mis impulsos, llorar mis penas y celebrar mis logros en silencio, en la compañía de mi entrañable soledad, la única capaz de hacerme sentir “normal” en el mar de gente que intentaba ahogarme. Caminaba en un mundo imaginario, solitario, sonriente, susurrando en voz bajita, sin rumbo completando mis vacios con historias que imaginaba en el largo camino que aún faltaba por recorrer. Fueron mis historias, mis poemas, mis canciones y mis queridos personajes los que me acompañaron, en los que encontré refugio, en los que encontré diferentes tipos de emociones.

Pero faltaba algo.

Mis personajes carecían de una sustancia “humana” que los hacía imperfectos, los hacía cometer locuras, los haría sufrir, llorar, reír, soñar. Esa sustancia olvidada llamada amor. Uno a uno esos personajes fueron desapareciendo en busca de esa sustancia y cada vez mas lejos de mi mente, los empecé a extrañar, pero se fueron sin decir nada, sin siquiera despedirse, fue en ese instante en el que me di cuenta que no eran ellos el problema, si no, era yo el que había dejado de sentir, el que había dejado de imaginar, el que había perdido hasta la última gota de amor en su creación.

Cuando ya me había resignado a dejarlos ir, a enterrarlos en un libro y dejar de escribir, apareciste tú, aunque siendo sincero a la primera vista no fuiste más que una niña hermosa que se robó toda mi atención, pude darme cuenta a lo largo de la noche que eras algo mas… algo más que una distracción. Tus gestos, tus movimientos, tus palabras, tu mirada perdida y todos los secretos que guardas tras ella le dieron movimiento a un aparato inerte dentro de mi pecho y hacerlo funcionar, comenzaste a robarte mis palabras, a robarte mi respiro y comenzar a poner en duda todas mis teorías basadas en una satisfactoria soledad que ahora necesitaba de ti para compartirla. Día a día comenzaste a llenar un frasco vacio por una sustancia multicolor que me quitaba el sueño por las noches y me hacia soñar despierto durante el día.

Me di cuenta de que entraste a mi vida cuando una noche cerrando los ojos no pude recordar cuando estuve solo, como si tu llegaba hubiera borrado esos momentos y me hace creer que desde hace mucho que estamos juntos, que siempre lo estuvimos, solo que en una vida diferente, en un mundo paralelo. Y confirmé así que ya no estaba solo, que entraste a mi vida… o quizá nunca entraste, siempre estuviste pero no te pude ver hasta ahora.

1 comentarios:

Pilar Abalorios dijo...

Sí, parece ella, ¿no?

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